22 Mar
22Mar


Vivir situaciones en las que nos encontramos estancados, bloqueados o confusos, en las cuales las decisiones y acciones no aparecen con tanta claridad o cuando creemos que es imposible tomarlas, en general  no suele ser una experiencia agradable. Intentamos una y otra vez utilizando diferentes métodos y recursos en busca de un resultado distinto… pero no llega.

Frustración, malestar, resignación, impotencia entre otras cosas, comienzan a ganar espacio y absorber nuestra energía. Comienzan a tener más presencia en el día a día frases como

 “Otra vez lo mismo”      “Esto ya no lo quiero más para mí”   “Quiero  salir de esto y no lo logro”

Aparece el NO PUEDO y el NO SÉ QUÉ HACER

Frente a esto podemos elegir entregarnos a aceptar nuestra realidad dejando que ella nos conduzca para donde quiera mientras agitamos el estandarte más representativo de la resignación que tenemos a mano. El famoso “Es lo que Hay”

Pero también hay que ser conscientes de la posibilidad de crecimiento, desarrollo y aprendizaje que tenemos ante nosotros.

Un simple juego con las palabras anteriores (no puedo – no sé qué hacer) que abre un universo de posibilidades sería plantear

 “NO SÉ QUÉ HACER PARA PODER” – “NO SÉ CÓMO PODER”

El  no saber desde una perspectiva creativa invita a incorporar la información adecuada que me permita saber.

Partiendo de la base que lo que yo conozco y sé hoy no me alcanza para atravesar estas circunstancias, probablemente este “saber” esté asociado con una antigua versión de persona que elegí ser, por lo que la incorporación de información que aportaría aprendizaje sería en primer lugar desde la observación de cuestionar todo lo que creo que sé y cuál es su aporte.

Poder chequear los siguientes conceptos le dan un marco más amplio a la experiencia y nos permite ir más allá de lo emocional.

  • Qué es lo que creo de esta situación.
  • Qué es lo que creo de mí.
  • Qué pensamientos aparecen.
  • Qué siento con esto que está pasando.
  • Qué emoción está presente.
  • Qué valores tengo en juego.
  • En qué parte de mi cuerpo se manifiesta.
  • En qué otro dominio experimento algo similar.
  • Qué creo que puede pasar si….
  • Qué estaría necesitando.
  • Cómo me gustaría que fuera.
  • ¿Es eso posible?
  • ¿Depende de mí?
  • ¿Qué “precio” estaría dispuesta/o a pagar por ello?

Estas situaciones conflictivas que nos plantean profundos desafíos son aquellas que mayor riqueza y nutrición nos aportan una vez resueltas. Tocan fibras muy profundas de nuestro Ser y ponen de manifiesto cómo operan nuestros patrones, estructuras, inconsciente y memoria biológica.

Cuestionar, actualizar, resignificar  nuestra historia de vida y transformar conductas nos aliviana, libera y renueva. Nos aporta combustible en el presente para ser utilizado en el camino hacia el destino al cual queremos llegar.

Bienvenido sea.


Gerardo González

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.